domingo, 25 de enero de 2015

31 - AUDIO Y TEXTO (Oraciones Espíritas)

ALLAN KARDEC 



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por:  https://www.caminoespírita.blogspot.com                         Chile – 2014


DEL LIBRO, COLECCIÓN DE ORACIONES ESPÍRITAS
                                                                                                                                                                                                                         por Allan Kardec


ORACIONES PARA LOS ENFERMOS Y LOS OBSESOS...

               Para los Obsesos.


               Prefacio.

               La obsesión es la acción persistente que un Espíritu malo ejerce sobre un individuo.  Presenta caracteres muy diferentes, desde la simple influencia moral, sin señales exteriores perceptibles, hasta la perturbación completa del organismo y de las facultades mentales. La obsesión altera todas las facultades medianímicas. En la mediumnidad por la escritura, se reconoce por la obstinación de un Espíritu en manifestarse, con exclusión de todos los otros.
               Los Espirítus malos pululan alrededor de la Tierra a consecuencia de la inferioridad moral de sus habitantes. Su acción maligna forma parte de los flagelos a que se halla expuesta la  humanidad en este mundo. La obsesión, como las enfermedades y todas las tribulaciones de la vida, debe ser considerada como una prueba o una expiación, y aceptada como tal.
               De la misma manera que las enfermedades son resultado de las imperfecciones físicas  que hacen al cuerpo accesible a las influencias perniciosas exteriores, la obsesión es siempre el   resultado de una imperfección moral que da acceso a uno o varios  Espíritus malos. A una causa física, se opone una fuerza física, pero a una causa moral, debe oponerse una fuerza moral. Para prevenir las enfermedades fortificamos el cuerpo, para  protegernos de la obsesión, es preciso fortificar el Alma. De ahí proviene la necesidad de que el obseso trabaje por su propia mejoría, lo que muchas veces es suficiente para liberarlo del obsesor sin recurrir a la ayuda de terceros. Este  tipo de ayuda se hace indispensable cuando la obsesión degenera en subyugación y en posesión,  porque entonces el paciente pierde en algunas ocasiones su voluntad y su libre albedrío.
               La obsesión es casi siempre producto de una venganza ejercida por un Espíritu, y a menudo tiene su origen en las relaciones que el obseso ha tenido con él en una existencia precedente.
               En los casos de obsesión grave, el obseso se halla como envuelto e impregnado de un fluido pernicioso que neutraliza la acción de los fluidos saludables y los rechaza. De ese fluido es  preciso liberarlo, y un fluido malo no puede ser eliminado por otro fluido malo.
               Por una acción idéntica a la del médium curador, en los casos de enfermedad, se debe  expulsar el fluido malo con la ayuda de un fluido mejor, que en cierto modo produce el efecto de  un reactivo. Esta es la acción mecánica, pero no es suficiente, por encima de todo es necesario "obrar sobre el ser inteligente", al que hay que hablar con autoridad, y esa autoridad sólo procede de la superioridad moral, cuanto más grande es ésta, tanto mayor es la autoridad.
               Eso no es todo, pues, para garantizar la liberación del obseso, es preciso inducir al Espíritu perverso a que renuncie a sus malas intenciones, es necesario hacer que nazca en él, el arrepentimiento y el  deseo del bien, mediante instrucciones hábilmente impartidas en  evocaciones particulares que se realizarán con miras a su educación moral, recién entonces puede obtenerse la doble satisfacción de liberar a un encarnado y de convertir a un Espíritu imperfecto.
               La tarea se hace más fácil cuando el obseso, comprende su situación, y presta el concurso  de su voluntad y de la oración. No ocurre lo mismo, toda vez que seducido por el Espíritu  embustero, el obseso se equivoca sobre las cualidades del que lo domina, complaciéndose en el error en que lo mantiene este  último, porque entonces, lejos de secundar la asistencia que le  brindan, ¡la rechaza!. Es el caso de la fascinación, que siempre  es infinitamente más rebelde que la subyugación más violenta.

                                                                ("Libro de los Médiums", cap. XXIII).

               En todos los casos de obsesión, la oración es el más poderoso auxiliar disponible para obrar contra el Espíritu obsesor.



               ORACIÓN.

               (Para que la diga el obseso).-  Dios mío, permite que los buenos Espíritus me liberen del Espíritu maligno que se ha vinculado a mí. Si se trata de una venganza por los males que le hice en  el pasado, tú lo permites, Dios mío, para mi castigo, y sufro las consecuencias de mi falta.      
               ¡Que mi arrepentimiento merezca tu perdón y mi libertad!. No obstante, cualquiera que sea el motivo de mi perseguidor, solicito tu misericordia para él. Dígnate facilitarle el camino del   progreso, que le desviará del pensamiento de hacer el mal. Por mi parte, pueda yo devolverle bien por mal, e inducirlo de este modo a mejores sentimientos.
               Pero también sé, Dios mío, que mis imperfecciones son las que me hacen accesible a las influencias de los Espíritus  inferiores. Dadme la luz necesaria para que los reconozca, y sobre todo, combate en mí el orgullo que me ciega para que no vea mis defectos.
¿Cuál no será, pues, mi  indignidad, si un ser maligno puede dominarme?
               Haced, Dios  mío, que este golpe aplicado a mi vanidad, me sirva de lección para el porvenir, que me fortalezca en la resolución que tomo de purificarme mediante la práctica del bien, de la caridad y de la humildad, a fin de oponer de ahora en adelante una barrera a las malas influencias.
               Señor, dame fuerza para soportar esta prueba con paciencia y resignación, comprendo  que como todas las otras pruebas, esta debe ayudar a mi adelanto, si no pierdo su utilidad con  mis quejas, pues me proporciona la ocasión de manifestar mi sumisión y de ejercer la caridad para con un hermano desdichado, perdonándole el mal que me hace.



         OTRA ORACIÓN.

               (Para el obsesado).-  Dios Todopoderoso, dígnate darme poder de liberar a: ...............................,  de la influencia del Espíritu que le obsesiona, si está en tus designios poner término a esa prueba, concédeme la gracia de hablar a ese Espíritu con autoridad.
               Espíritus buenos que me  asistís, y tú, su ángel de la guarda, prestadme vuestro auxilio y ayudadme a liberarlo del fluido impuro que lo envuelve.
               En nombre de Dios Todopoderoso, conjuro al Espíritu maligno que le atormenta, a que se retire.


         OTRA ORACIÓN.

               (Para el Espíritu obsesor).-  Dios infinitamente bueno, imploro tu misericordia para el Espíritu que obsesiona a: ...............................,  hacedle entrever la claridad divina, a fin de que vea el falso camino en que está. 
             Espíritus buenos, ayudadme para hacerle comprender que haciendo el mal lo pierde todo, y todo lo gana si hace el bien. Espíritu que te complaces en atormentar a: ...............................,  escúchame, pues te hablo en nombre de Dios.
               Si quieres reflexionar, comprenderás que el mal nunca supera al bien, y que tú no puedes ser más fuerte que Dios y los buenos Espíritus.
Ellos podrían haber preservado a: ...............................,  de toda persecución por vuestra parte, si no lo han hecho es porque él (o ella) debía  sufrir esta prueba. Pero cuando esta prueba concluya, te impedirán toda acción sobre tu víctima, el mal que le hayas hecho, en vez de hacerle daño, servirá para su adelanto, y entonces será más feliz, de este modo habrás empleado tu maldad inutilmente, y se volverá en contra tuya.
               Dios, que todo lo puede, y los Espíritus Superiores sus delegados, que son más poderosos que tú, podrán poner término a esta obsesión cuando lo deseen, y tu tenacidad se estrellará contra esa suprema autoridad. Pero por lo mismo que Dios es bueno, Él quiere dejarte el mérito de que hagas que cese por tu propia voluntad. Se trata de un plazo, que te concede, si no lo aprovechas, sufrirás sus deplorables consecuencias. Te esperan grandes castigos y crueles sufrimientos, te verás forzado a implorar la piedad y las oraciones de tu víctima, que ya te perdona y ruega por tí, lo que representa un gran mérito ante Dios, y al mismo tiempo habrá de apresurar tu liberación.
               Reflexiona pues, mientras hay tiempo aun, porque la Justicia de Dios caerá sobre tí, como sobre todos los Espíritus rebeldes. Piensa que el mal que haces en este momento forzosamente tendrá un término, mientras que si persistes en tu obstinación, tus sufrimientos aumentarán sin cesar.
               Cuando estabas en la Tierra, ¿no os hubiera parecido estúpido el sacrificar un gran bien por una pequeña satisfacción del momento? Lo mismo sucede ahora que eres Espíritu.  ¿Qué  ganas con lo que haces?  Apenas el triste placer de atormentar a alguien, lo que no te impide que seas desdichado, y digas lo que digas, serás más desdichado aun.
               Por otra parte, mira lo que pierdes, observa a los buenos Espíritus que te rodean, y dime si  su suerte no es acaso, preferible a la tuya. Cuando quieras participarás de la felicidad que ellos gozan. ¿Qué es necesario para conseguirlo?  Implorar a Dios, y hacer el bien en vez de hacer el mal.      
               Ya sé que no puedes transformarte de repente, pero Dios no exige lo imposible, sólo quiere buena voluntad.
               Así pues, haz la prueba y nosotros te  ayudaremos. Haz que pronto podamos decir a tu  favor la oración de los Espíritus arrepentidos, y que ya no tengamos que clasificarte entre los Espíritus malos, mientras esperamos a que puedas contarte entre los buenos.

                         (Véase la oración para los Espíritus empecinados en el mal).



               Observación.-  La curación de las obsesiones graves requiere mucha paciencia, perseverancia y abnegación, exige también tacto y habilidad, para encaminar en el bien a  Espíritus, que muchas veces son muy perversos, obstinados en el mal y astutos, porque los hay rebeldes en el grado máximo, en la mayor parte de los casos tenemos que guiarnos por las circunstancias, sin embargo cualquiera que sea el carácter del Espíritu, es un hecho cierto que nada se obtiene por la fuerza o por las amenazas, toda la influencia reside en el ascendiente moral.
               Otra verdad igualmente comprobada tanto por la experiencia, como por la lógica, es "la  completa ineficacia de los exorcismos, las fórmulas, las palabras sacramentales, los amuletos, los  talismanes, las prácticas exteriores o cualquier otra señal material".

La obsesión prolongada por largo tiempo puede ocasionar desórdenes patológicos, y requiere   algunas veces un tratamiento simultáneo o consecutivo, sea magnético, o medicinal, para  restablecer la salud del organismo. Destruida al causa, resta combatir los efectos.

               (Véase el Libro de los Médiums, segunda parte, cap. XXIII: "Acerca de la obsesión". y  la  Revista  Espírita, de febrero y marzo  de 1864, y de abril de 1865, donde se registran ejemplos de curas de obsesiones.)


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