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por: https://www.caminoespírita.blogspot.com Chile – 2014
DEL LIBRO, COLECCIÓN DE ORACIONES ESPÍRITAS
por Allan Kardec
ORACIONES PARA
LOS QUE YA NO ESTAN EN LA TIERRA...
Para
los Recién Fallecidos.
ORACIÓN.
Dios
Todopoderoso, ¡que vuestra misericordia se extienda sobre el Alma de: ..............................., a la que
acabas de llamar a tí! ¡Que las pruebas
que ha sufrido en esta vida le sean tomadas en cuenta, y nuestras oraciones
puedan aliviar y abreviar las penas que tenga aún que sufrir como Espíritu!
Espíritus
buenos, que habéis venido a recibirle, y sobre todo a tí, su ángel de la guarda,
ayudadlo a despojarse de la materia, dadle la luz y la conciencia de sí mismo, con el fin de sacarle
de la turbación que acompaña al
tránsito de la vida corporal a la vida Espiritual. Inspiradle el
arrepentimiento de las faltas que haya
podido cometer, y el deseo de que se le permita repararlas para acelerar su
adelanto hacia la vida de eterna bienaventuranza.
A tí: ..............................., acabas
de entrar en el mundo de los Espíritus, y sin embargo estás presente entre
nosotros, nos oyes y nos escuchas,
porque no hay más diferencia entre tú y nosotros que el cuerpo perecedero que
acabas de dejar y que muy pronto será reducido a polvo.
Has
dejado la grosera envoltura sujeta a las vicisitudes y a la muerte, y sólo
conservas la envoltura etérea, imperecedera e inaccesible a los sufrimientos.
Si ya no vives con el cuerpo, vives la vida de los Espíritus, y esta vida está
exenta de las miserias que afligen a la humanidad.
Tampoco
tienes el velo que oculta a nuestros ojos los resplandores de la vida futura,
de hoy en adelante podrás contemplar nuevas maravillas, mientras que nosotros
estamos aún sumergidos en las tinieblas.
Vas a
recorrer el espacio y visitar los mundos con toda libertad, mientras que nosotros
nos arrastramos penosamente sobre la tierra, en la que nos retiene nuestro
cuerpo material, semejante para nosotros a una carga muy pesada.
El
horizonte del infinito va a desarrollarse delante de tí, y en presencia de
tanta grandeza comprenderás la voluntad de nuestros deseos terrestres, de
nuestras ambiciones mundanas y de nuestros goces fútiles, de que los hombres
hacen sus delicias. La muerte es sólo
para los hombres una separación material de algunos instantes.
Desde el
lugar del destierro en donde nos retiene
aún la voluntad de Dios, así como los deberes que tenemos que cumplir en la
tierra, te seguiremos con el pensamiento hasta el momento en que se nos permita
reunirnos a tí, así como tú te has reunido con los que te han precedido.
Si
nosotros no podemos ir a tu lado, tú puedes venir al nuestro. Ven pues, entre
los que te aman y que has amado, sosténles en las pruebas de la vida, vela por
los que te son queridos, protégeles según tu poder y calma sus pesares con el pensamiento de que eres más
feliz ahora, y mediante la consoladora
certeza de estar reunidos un día, en un mundo mejor.
En el
mundo donde estás deben extinguirse todos los resentimientos terrestres. ¡Que a
ellos seas inaccesible para tu felicidad futura! Perdona pues, a los que han podido
hacerte algún agravio, como ellos te
perdonan el que tú puedes haberles hecho.
Nota: Pueden añadirse a esta oración, aplicable a
todos, algunas palabras especiales, según las circunstancias particulares de
familia o de relaciones, así como a la posición social que ocupaba el difunto.
Si se
trata de un niño, el Espiritismo nos enseña que éste no es un Espíritu de
creación reciente, sino que ha vivido ya, y puede ser muy adelantado. Si su
última existencia ha sido corta, se debe a que no era más que el complemento de
una prueba, o a que constituía una
prueba para sus padres.
OTRA ORACIÓN.
Señor Todopoderoso, ¡que vuestra misericordia se extienda sobre
nuestros hermanos que acaban de dejar la Tierra! ¡que vuestra luz resplandezca a sus
ojos! ¡Sácalos de las tinieblas, ábreles
los ojos y los oídos! ¡que los buenos Espíritus los acompañen y les hagan oír palabras
de paz y de esperanza!
Señor,
por indignos que seamos nos atrevemos a implorar vuestra misericordiosa
indulgencia en favor de aquél de nuestros hermanos que acaba de ser llamado del destierro. Haz que su regreso sea el del hijo
pródigo. Olvida, ¡oh Dios mío!
las faltas que ha podido cometer, para acordaros del bien que hizo.
Sabemos que tu justicia es inmutable, pero
también sabemos que tu amor es inmenso, te suplicamos que aplaques tu
justicia en ese manantial de bondad que emana de ti.
¡Que la
luz se haga para tí, hermano mío, que acabas de dejar la Tierra!. ¡Que los buenos Espíritus del Señor
desciendan hacia tí, te acompañen y te ayuden a cortar tus cadenas
terrenales! Comprende y admira la grandeza de Nuestro Señor, sométete
sin murmurar a su justicia, pero no desesperes jamás de su misericordia.
¡Hermano!, ¡que un serio análisis de tu pasado te abra las puertas del porvenir
y te haga comprender las faltas que dejas detrás de tí, así como el trabajo que
te queda por hacer para repararlas!.
¡Que Dios te perdone, y que los buenos Espíritus te sostengan y te
animen!. Tus hermanos de la tierra orarán por ti y te piden que ores por ellos.