domingo, 25 de enero de 2015

11 - AUDIO Y TEXTO (Oraciones Espíritas)

ALLAN KARDEC 



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por:  https://www.caminoespírita.blogspot.com                         Chile – 2014


DEL LIBRO, COLECCIÓN DE ORACIONES ESPÍRITAS
                                                                                                                                                                                                                         por Allan Kardec


 ORACIONES PARA SÍ MISMO...

                              Acto de Sumisión y Resignación.

               Prefacio.

               Cuando tenemos algún motivo de aflicción, si buscamos la causa descubriremos muchas veces que ella es la consecuencia de nuestra imprudencia e imprevisión, o de una acción anterior, en cualquiera de estos casos, a nadie debemos culpar sino a nosotros mismos. Si la causa de una desgracia es independiente de toda participación nuestra, es una prueba para esta vida o la expiación de una existencia pasada, y en este último caso, la  naturaleza  de la expiación puede hacernos conocer la naturaleza de la falta, porque siempre somos castigados por donde hemos pecado.
               En lo que nos aflige, en general, sólo vemos el mal presente, y no las consecuencias  ulteriores favorables que esto puede tener. El bien es muchas veces consecuencia del mal  pasajero, como la curación de un enfermo es resultado de los medios dolorosos que se han  empleado para obtenerla. En todos los casos debemos someternos a la voluntad de Dios y soportar con valor las tribulaciones de la vida, si queremos que se nos tome en cuenta, y que se apliquen a nosotros estas palabras de Cristo:

                                                            "Bienaventurados los que sufren".

               ORACIÓN.

               Dios mío, eres soberanamente justo, todo sufrimiento en la Tierra, debe pues, tener su causa y su utilidad. Acepto la aflicción que acabo de experimentar, como una expiación de mis  faltas pasadas y como una prueba para el porvenir.
               Espíritus buenos que me protegéis, dadme fuerza para soportarla sin murmurar, haced que para mí sea una advertencia saludable, que aumente mi experiencia y que derrote en mí el orgullo, la ambición, la necia vanidad y el egoísmo, y que contribuya de este modo a mi adelanto.


         OTRA ORACIÓN. 

               Siento, Dios mío, la necesidad de rogarte que me des fuerza para sobrellevar las pruebas que habéis tenido a bien enviarme. Permite que la luz sea suficientemente intensa en mi Espíritu, a fin de que aprecie la magnitud de un amor que me aflige porque quiere mi salvación. Me someto con resignación, oh Dios mío, pero por desgracia la criatura humana es tan débil, que temo  desfallecer si no me sostienes. No me abandones, Señor, porque sin tí nada puedo.


         OTRA ORACIÓN. 

               He levantado mis ojos hacía tí, oh Eterno, y me he sentido fortificado. Tú eres mi fuerza: no me abandones, ¡oh Dios! ¡Estoy abatido bajo el peso de mis iniquidades! ayúdame. ¡Tú conoces la debilidad de mi carne, no apartes tu mirada de mi!
               Una sed ardiente me devora: haz que brote un manantial de agua viva, y en él saciaré mi  sed. Que mi boca sólo se abra  para cantar tus alabanzas y no para murmurar en las aflicciones de mi vida. Soy débil, Señor, pero tu amor me sostendrá.
               ¡Oh Eterno! Tú sólo eres grande, tú sólo eres el fin y el objetivo de mi vida. Bendito sea tu  nombre si me haces sufrir, porque tú eres el Señor y yo el servidor infiel, inclinaré la frente sin quejarme, porque sólo tú eres grande.


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