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por: https://www.caminoespírita.blogspot.com Chile – 2014
DEL LIBRO, COLECCIÓN DE ORACIONES ESPÍRITAS
por Allan Kardec
ORACIONES PARA OTRO...
Para
Nuestros Enemigos y para los que nos quieren Mal.
Prefacio.
Jesús
dijo: "Amad también a vuestros enemigos". Esta máxima es lo sublime
de la caridad cristiana, pero Jesús no
quiere decir con esto que debamos tener con nuestros enemigos la misma ternura
que tenemos con nuestros amigos, nos quiso decir con estas palabras, que
olvidemos sus ofensas, que les perdonemos el daño que nos
han hecho, devolviéndoles
bien por
mal. Además el mérito que resulta
de ello a los ojos de Dios, es manifestar a los ojos de los hombres la
verdadera superioridad.
ORACIÓN.
Dios mío, yo perdono a:
..............................., el mal que me ha hecho y el que ha
querido hacerme, así como deseo que vos
me perdonéis, y que él mismo me perdone lo que yo haya podido hacer contra él. Si lo habéis colocado
a mi paso como una prueba, que se cumpla vuestra voluntad.
Desviad
de mí, Dios mío, la idea de maldecirle y todo deseo malévolo contra él.
Haced que yo no experimente ninguna alegría por las desgracias que pueda tener, ni
pena por los bienes que puedan concedérsele, con el fin de no manchar mi Alma
con pensamientos indignos de un cristiano.
Señor,
que vuestra bondad se extienda sobre él,
y lo conduzca a mejores sentimientos con respecto a mí.
Espíritus
buenos, inspiradme el olvido del mal y el recuerdo del bien.
Que ni
el odio, ni el rencor, ni el deseo de
volverle mal por mal, entren en mi corazón, porque el odio y la venganza
sólo pertenecen a los Espíritus malos, encarnados y desencarnados.
Por el contrario,
que esté pronto a tenderle fraternalmente la mano, a volverle bien por mal y a
socorrerle si me es posible.
Deseo
para probar la sinceridad de mis palabras, que se me ofrezca la ocasión de serle útil, pero sobre todo, Dios mío, preservadme
de hacer nada por orgullo u ostentación confundiéndole con una generosidad
humillante, lo que me haría perder el fruto de mi acción, porque entonces
merecería que se me aplicasen aquellas palabras de Cristo: "Tú recibiste
ya la recompensa".